miércoles, 28 de junio de 2017

En la Isla de San Erasmo, huerta de la laguna veneciana. Quiche de alcachofas



Dejar atrás la ciudad de Venecia desvelada a los miles de turistas diarios. Embarcar para los huertos flotantes de la laguna. Entre ellos, la isla de San Erasmo de unos 4 km cuadrados, la más extensa de las que pueblan la laguna norte, que muy pocos visitantes conocen. Aunque para verla solo sea suficiente asomarse a la ventanilla del avión cuando comienza a alzar el vuelo en dirección Madrid. Abajo se divisa un tablero de huertos y pequeñas granjas que se van haciendo cada vez más pequeños. Me hacía ilusión especialmente ver por fin los alcachofales florecidos de fin de junio. Inicio del verano.

Allí, bajando del vaporetto en el embarcadero de Capannone, a pocos minutos se encuentra el único hotelito, encantadora construcción de estilo rural sumergido en el verdor de la vegetación. 



La quietud de la naturaleza, el grito de un pájaro, el canto de un gallo, 
y la gallina clueca con su hilera de polluelos atraviesa los campos de vides e higueras toda  premurosa... 


y detrás, las flores moradas de las alcachofas abiertas al cielo, preciados frutos de esta tierra dulce salada.





Ya van quedando poquísimos agricultores que pacientemente cultivan y cuidan los fértiles terrenos cuyas cosechas  de frutas y verduras, totalmente orgánicas,  se destinan a los cerca de 700 habitantes de la isla y a los mejores restaurantes de Venecia a través de los canales y las correspondientes barcazas.


Después de una sonora tempestad de la noche anterior el sol cae a plomo y nos quema la piel, sobre todo la mía que es tan blanca como la merluza. No pude resistir zamparme una de las inmensas brevas que colgaban de las higueras abarrotadas y que se caían al suelo de maduras. 



Aprovechamos para ir a la pequeña playa que está a cinco minutos y luego sacar algunas fotos. 
El hermoso crespúsculo se oculta bajo un enjambre de mosquitos. Mi dulce mitad y yo regresamos al refugio porque él es como un imán para los rabiosos insectos :-) ...


A la mañana siguiente una cálida brisa aparece bajo el cielo jaspeado preanunciando tormenta que ya se descarga en lontananza. Tomamos el vaporetto de vuelta cuando caen las primeras lluvias refrescantes y mansas. Nos sentamos en la popa del barco, semidescubierta sintiendo la agradable salinidad yodada del aire que revolotea espumas tras nosotros. En la barca apenas van unas pocas personas, entre ellas una chica de Buenos Aires que conocimos en San Erasmo y que está recorriendo Europa. Nos alejamos hacia otras islas intermedias que dejamos atrás. Venecia nos espera.
Después de haber vivido en San Erasmo por dos días y admirado los alcachofales y la belleza de la isla, al llegar a casa no he podido evitar hacer esta receta cuyo protagonista es dicha hortaliza. Confieso que como no tenía alcachofas frescas en casa ni ganas de hacer compra y limpiarlas me decliné por un tarro de trozos de alcachofas en aceite que estaba en la despensa y resultó una quiche facilita de preparar y muy gustosa igualmente.

         Quiche rústico de alcachofas

Para 4-6 personas
Ingredientes:
1 lámina de masa de hojaldre
1 tarro de alcachofas en aceite (bien escurridas) 150-200 gr.
50 gr. de panceta ahumada en daditos
1 patata media hervida y cortada fina
100 gr. de queso fresco de untar (tipo robiola)
50 gr. de queso brie (u otro que tengas cremoso)
100 gr. queso feta
1 huevo batido con 50 ml. de leche
condimento: pimienta, albahaca picada o perejil, un poco de cúrcuma

Hervimos o cocemos al vapor la patata cortada fina. Mientras colocamos la lámina de hojaldre con el papel sulfurado en una bandeja de horno. Pinchamos con un tenedor.
Escurrimos las patatas cocidas . En una sartén doramos un poco los daditos de panceta y le añadimos las alcachofas en trocitos bien escurridas de su aceite. Damos unas vueltas a fuego suave y por último agregamos las patatas. Mezclamos bien y condimentamos. Apagamos el fuego y reservamos. 


Mientras, encendemos el horno a 200°C. Mezclamos en un bol los quesos y el contenido de la sartén. Vertemos la mezcla sobre la masa de hojaldre y aplanamos. Por encima echamos el huevo batido con la leche y un poco de pimienta. Para terminar, hundimos en la superficie del quiche trocitos de queso feta. 
Cocemos al horno a 200 °C durante unos 25 o 30 minutos o cuando se ve dorada la torta

                                                           Buen apetito!!!


Esta torta pienso que sería del agrado del músico veneciano por excelencia, el genial Antonio Vivaldi. Me lo imagino paseando entre los frutales de San Erasmo escuchar el susurro de las hojas y lleno de inspiración componer su célebre Estate de Las Cuatro Estaciones.




Si vais a Venecia  y os gusta la naturaleza de los campos cultivados y silvestres no os perdáis la isla de San Erasmo, encantadora aldea lagunar.