El lunes pasado y
desde las instituciones, se conmemoró el Día de la Memoria. En colegios de
Primaria y Secundaria se han dedicado algunos minutos a recordar la barbarie de
los genocidios del siglo XX. Estudiantes han leído breves relatos testimoniales
y pequeñas poesías.
Se hace cada año, como un ritual...
me pregunto si en el siglo XXI ya somos capaces de aceptar al diverso de
religión, raza o inclinación sexual más allá de las buenas palabras en pùblico.
Pero ahora solo
quiero imaginar la hermosa mariposa amarilla que soñaba el muchachito checoslovaco Pavel Friedman cuando escribió aquellos
versos que traslado aquí a partir de la versión italiana. Espero no alejarme
demasiado del original:
La mariposa
La última, ciertamente la última,
de un amarillo tan intenso, tan amarillo
como una lágrima de sol cuando cae
sobre una blanca roca
tan intensamente amarilla!
La última, se elevaba ligera,
palpitando segura
para besar su último mundo.
Esta va a ser ya mi séptima semana
de ghetto:
Los míos me han reencontrado aquí
y aquí me llaman las flores de ruda
y el blanco candelero del castaño
en el patio.
Pero aquí no he visto ninguna mariposa.
Aquella de la otra vez fue la última:
las mariposas no viven en el ghetto.
Pavel Friedman ( Praga 1921- Auschwitz 1944)
Ayer, volviendo a casa del trabajo y con pocas ganas de cocinar preparé una
receta saludable, sencilla, y que se hace en un momento. Es liviana, y gusta a
todos. Se trata de barquitas de calabacín gratinadas al horno. Son buenas como acompañante de cualquier plato y sabrosas recién salidas del horno, templadas o incluso frías. Yo las llamo góndolas de calabacín y seguro, seguro, que es una
receta que todos conocéis, y aquí queda:
Góndolas de calabacín gratinadas
Ingredientes
para tres personas:
Tres
calabacines pequeños o medianos
Pan
rallado-100 gr.
Queso
parmesano rallado- 4 cucharadas
Ajo
picado o en polvo
Aceite
de oliva virgen- unas tres cucharadas
Sal y pimienta
Preparamos los calabacines lavándolos,
despuntándolos y cortándolos por la mitad a lo largo. Si son más grandes se
cortan de nuevo. Excavamos delicadamente la pulpa cruda del calabacín con una
cucharilla en modo de formar las góndolas con un borde alrededor y las
salpimentamos ligeramente.
El relleno lo elaboramos
mezclando en un bol la pulpa cruda del calabacín extraìda, el pan rallado, el ajo finamente triturado o pulverizado,
el queso parmesano rallado, poca sal y pimienta molida, unimos el aceite
de oliva hasta obtener un compuesto blando y compacto con el que rellenaremos
las barquitas de calabacín. Vertemos un hilo de aceite sobre cada góndola
y las cocemos en el horno precalentado a 200°C unos 30 o 40 minutos o hasta
que las verduras estén blandas al pincharlas con el tenedor.
Yo preparé bastantes y las que
sobraron al día siguiente aun estaban mejores.
Plato pobre, pero rico y ligeramente crujiente.
Espero que os gusten...
Felices dìas amigos.
Ahora apago mi lareira que tengo que ir al bosque a por más leña y se hace noche...
Chusa